Borges. Otra biografía

. martes
  • Agregar a Technorati
  • Agregar a Del.icio.us
  • Agregar a DiggIt!
  • Agregar a Yahoo!
  • Agregar a Google
  • Agregar a Meneame
  • Agregar a Furl
  • Agregar a Reddit
  • Agregar a Magnolia
  • Agregar a Blinklist
  • Agregar a Blogmarks


Edwin Williamson, “Borges. Una vida”. Ed. Seix Barral

“Vida y muerte le han faltado a mi vida. De esa indigencia, mi laborioso amor por estas minucias”Jorge Luis Borges, en el prólogo a “Discusión”

Uno de los problemas que acarrea ser una gran personalidad es la abundancia de biógrafos, amigos, falsos amigos, imitadores y epígonos que surgen tras el fallecimiento. El destino de Borges, él lo sabía y lo alimentó durante sus últimos años, no podía ser otro que éste, y hace poco ha aparecido la primera biografía no escrita en castellano –si excluimos la propia autobiografía de Borges, redactada en inglés y cuyo veto de traducción al castellano por parte del autor fue menospreciado por su viuda- del autor argentino: “Borges. Una vida” de Edwin Williamson no sólo es pionera en esto, sino que además es la primera vez que se abarca su personalidad desde tantas y tan diferentes facetas.
El hispanista Williamson, experto en Cervantes, es, además, historiador, lo que le ha permitido poner cada uno de los acontecimientos vitales de Borges en relación a la política, sociedad e historia de Argentina y, cuando es necesario, del resto del mundo. Esto ayuda al lector a colocar al personaje no ya en el centro de la acción –y decimos acción porque en muchos aspectos este libro está planteado como una novela- sino en los arrabales de la historia contada. En lo que no es original Williamson es en el acercamiento psicológico e incluso psicoanalítico al personaje: se pueden encontrar trabajos y reseñas donde se señalan los posibles, y nunca demostrados, traumas y taras que sufrió Borges durante su vida. Sin duda los tuvo, envuelto en la época y familia que le tocó vivir, pero si los pusiésemos todos juntos, al autor de “El Aleph” o “El informe de Brodie” no le hubiesen dejado poner un pie fuera del psiquiátrico jamás en su vida.

La parte más chocante y polémica del libro es una de sus tesis: Borges no fue feliz hasta que murió su madre y conoció a María Kodama. Puede parecer extraño, ya que todos los biógrafos anteriores señalan la influencia de Kodama como negativa, tanto en lo personal como en lo literario, y en los propios diarios de Bioy, de los que ya hablamos en estas páginas, señalan el distanciamiento con todo lo que hasta entonces le era querido desde que la conoció. Ella misma, con acciones como permitir la reedición de libros que Borges prohibió, o el bloqueo de la primera edición crítica de las obras completas de su esposo, no ha hecho demasiado por contrarrestar esta imagen.

El libro de Williamson tiene, pues, el valor de los datos y la correlación hecha entre ellos, la bibliografía y la documentación, muchas veces basada en inéditos o en testimonios nunca antes recogidos. Pero falla en el enfoque, que quizá responda a intentar innovar dentro de un subgénero de la literatura, Borges, donde cada vez hay menos lugares comunes a los que acudir y vastos espacios difíciles de ocupar.
Efectivamente, podemos pensar que Borges tenía una sensación trágica de la existencia, y la tesis de su no felicidad fue señalada por él mismo en numerosos escritos y entrevistas. Sin embargo, olvida Williamson la parte más fundamental de Jorge Luis Borges: él era un ser absolutamente literario. Amó, amó profundamente, fue desdichado por esos amores –su educación sentimental fue inglesa en el peor de los sentidos-, y tuvo una vida “real” carente de muchas cosas que nos pueden parecer comunes. Pero tuvo otra vida, la que le dieron sus lecturas, que la mayoría de nosotros jamás atisbaremos.

0 comentarios: