La risa de Borges

. martes
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“Borges”, Adolfo Bioy Casares. Editorial Destino

Parecía increíble que se pudiera publicar algo realmente original sobre la figura de Jorge Luis Borges (la obra crítica sobre él abarca una vida), y lo que parece increíble ahora es que se haya podido escribir toda la bibliografía anterior sin tener en cuenta el libro que nos ocupa.
Adolfo Bioy Casares escribió un diario con pensamientos, anotaciones, proyectos… durante más de sesenta años. Este diario ha visto la luz en diversas ediciones parciales, donde llamaba la atención la escasez de referencias a Borges. Bioy tenía pensado reunirlas juntas para dedicar ese volumen a su amigo, y, veinte años después de la muerte de Borges y siete después de la de Bioy, por fin ha visto la luz en mil quinientas páginas que adolecen de un mejor comentario crítico que guíe la lectura, y sobre todo de un índice onomástico que lo convirtiera en una verdadera obra de consulta.

El propio Borges dijo “Todo hombre memorable corre el riesgo de ser amonedado en anécdotas”, refiriéndose a su amigo Xul Solar. Borges (la elección del título también es desafortunada) contribuye a que esto ocurra con él mismo, ya que muchas de las entradas que encontraremos muestran la parte humana, el pensamiento más común y a pie de calle del autor argentino. Para quien esté persuadido de que se debe disociar la vida y la obra de un autor, en el caso de Jorge Luis Borges tal cosa no se puede hacer, ya que vivió consagrado a lo que él entendía como un destino literario desde adolescente, y esta pasión, por más que se señale que era un autor falto de ésta, no le abandonó nunca.
Si señalamos la parte más anecdótica de este volumen es porque es en la que se quedará la mayoría de los lectores: es uno de esos libros que el no borgiano debe abrir por cualquier página para disfrutar. Estas entradas vienen acompañadas de las referencias cotidianas a autores, obras, acontecimientos… que Borges y Bioy hacían entre sí. Donde más se nota a Bioy que disfrutó de su amistad es cuando narra el proceso creativo a cuatro manos que comenzaron al poco de conocerse y que concluyó prácticamente con el fallecimiento de Borges. Aunque éste fue su mentor literario, y en su relación nunca dejaron de ser maestro y discípulo, se descubre claramente la evolución en la literatura de Bioy, y se puede medir con mayor exactitud cuánto influyó Bioy en Borges. El último recuerdo que Bioy tiene de Borges es indirecto: son informaciones que recibió después a cerca del momento de su muerte. La casa donde Borges murió no tiene número, y la calle donde está situada no tiene nombre. La casa sí tiene llave. Borges se reía con la risa de siempre.
Hay numerosas biografías (las mejores a cargo de María Esther Vázquez) e incluso una autobiografía que no vio la luz en castellano hasta hace poco tiempo, y que nos acercaran al personaje. Hay también numerosos libros de “conversaciones con Borges”. Pero ninguno de ellos nos dará lo que nos da este: el verdadero sabor de la amistad, el genuino correr de la literatura por la sangre de Borges, tan cercano como si le estuviésemos oyendo respirar en la habitación de al lado.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El índice onomástico existe. Parece que fue la editorial la que no quiso ponerlo. Mira en:
www.borgesdebioycasares.com.ar. Felicitaciones.