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La biblioteca de noche, Alberto Manguel. Alianza editorial


El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías
Jorge Luis Borges, La biblioteca de Babel


Si la predicción de Yasunari Kawabata de que la literatura sustituirá a la religión llega a cumplirse, habríamos de contar entre nuestros lugares sagrados no ya solamente las monumentales, cargadas de historia, bibliotecas que pueblan el mundo, sino también los "biblioburros", las colecciones particulares y los cercos negros que han dejado las innumerables piras de libros que ha visto la humanidad.

El espacio donde atesoramos los libros es a la vez asombroso y consolador ¿Por qué dotar infatigablemente de orden a un lugar que aparentemente no tiene "significado ni falta de propósito discernible"? Ese es el punto de partida de "La biblioteca de la noche": la búsqueda de significados a nuestro afán de hormiguitas por utilizar las bibliotecas como ordenación del cosmos.
Admitiendo de antemano el más que seguro fracaso en esta búsqueda, la propuesta de Manguel es la de hacer quince aproximaciones a la idea de biblioteca: como mito, como espacio, como poder, como identidad o como hogar, entre otras. El resultado es completamente satisfactorio: hacer un placer de la propia búsqueda entre bibliotecas de la esencia de las mismas.
A menudo, estos espacios se convierten en lugares de salvación, tanto para la cultura como individualmente, ya que Manguel abunda en anécdotas sobre las bibliotecas visitadas y recorridos históricos y personales de las mismas. Pero la visión más interesante que nos da "La biblioteca de noche" es la posibilidad de adquirir perspectiva en unas pocas páginas de la transformación que ha sufrido nuestra idea biblioteca no sólo como espacio real sino como territorio imaginario e incluso emocional. Asistimos, en un ejercicio de erudición falto de pedantería: podemos seguir la destrucción de Alejandría, colarnos en la colección privada de Borges, en los pensamientos metaliterarios de Rabelais…

"Ordenar bibliotecas", y perdonen que vuelva a citar a Borges, "es una manera (modesta) de ejercer la crítica literaria". La placentera tarea que se ha impuesto Alberto Manguel es la de ordenar entre sí no ya los volúmenes, sino los edificios destinados a albergar los libros y la manera en que las hemos construido y acercado a ellos, trazando una analogía no expuesta con la manera en que nos dotamos de sentido a nosotros mismos. El resultado es la forma más modesta, pero acaso más certera, que tenemos para ordenar el universo.

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