Felices los normales

. lunes
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Miranda July

July, Miranda; “Nadie es más de aquí que tú”. Seix Barral

“Felices los normales, esa gente extraña”
Roberto Fernández Retamar

Vaya con cuidado: la persona que está sentada a su lado en el tranvía mientras lee este libro, o la dependienta que le devolvió el cambio esta mañana, o incluso usted mismo podría ser el protagonista de uno de los relatos de “Nadie es más de aquí que tú” (hubiésemos preferido una traducción más literal, donde el verbo “ser” se sustituyese por “pertenecer”), de la multifacética Miranda July.

Los dos únicos requisitos para aparecer en cualquiera de los cuentos son: ser por un lado una persona perfectamente normal, rayando con lo vulgar, y por otro ser poseedor de un secreto íntimo e incluso vergonzante, que funcione como motor de la propia existencia. Las dieciséis historias de este libro nacen de personajes corrientes en momentos extravagantes, intensos y en muchos de los casos, imposibles: sirva el ejemplo de una chica que imparte clases de natación a ancianos con la única ayuda de un balde con agua. Aún así, Miranda July consigue que, desde esa mediocridad, el hecho insólito no resulte artificial, sino la consecuencia lógica del relato.

Evasión y nostalgia

. jueves
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Doctor en Irlanda

Taylor, Patrick; “Doctor en Irlanda”. Ed. Espasa

Quizá el lector recuerde la serie de televisión “Doctor en Alaska”, maltratada por televisión española hace años, en la que un joven médico neoyorquino era destinado al último confín de los Estados Unidos. La mitad de los conflictos de la serie provenían de la resistencia del protagonista a adaptarse a un medio tan extremadamente salvaje. Puede que las similitudes temáticas entre esa serie y la novela que nos ocupa sean las causantes del cambio en el título (An Irish Country Doctor), lo que ya empieza a ser una peligrosa moda después de los cambios en los títulos de la trilogía “Milennium”.

Como decimos, el tema es muy similar: Barry Laverty, recién salido de la facultad de medicina, decide probar fortuna en Ballybucklebo, una aldea rural del Ulster. La historia empezará a girar a partir de ahí en torno a tres ejes: una historia de amor entre el protagonista y una chica de un pueblo vecino; un segundo eje que comprende los casos médicos a los que tiene que hacer frente, y para los que no le prepararon en la facultad de medicina; y un tercero que aborda la relación de Laverty con su jefe: Fingal O’Reilly, el médico de toda la vida que le enseñará cómo ha de desenvolverse un médico rural.

Shakespeare reinterpretado

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Moore, Christopher; “El bufón”. Ediciones B, 2009


En la literatura anglosajona siempre han destacado sus excelentes autores satíricos, una tradición que se remonta a autores como Swift, Carroll, Bierce, o más recientemente Wodehouse o Sharpe. La cantidad de escritores actuales (y su calidad) que cultivan este humor ácido presagia un buen futuro sátira inglesa y norteamericana: con Sir Terry Pratchett a la cabeza –no sólo por conseguir espectaculares números en ventas, sino por la creación de la descacharrante serie del “Mundodisco”, y lo divertido de su prosa-, los autores sobre los que hay que llamar la atención son Julian Barnes, Douglas Adams, Mil Millington, Nick Hornby, David Lodge y, sobre todo, el que nos ocupa: Christopher Moore.

De sus once novelas, sólo se han traducido al castellano las cuatro últimas y una de las primeras: en todas ellas practica lo que se viene a llamar “ficción absurda” hasta sus últimas consecuencias, presentando hilarantes relatos con puntos de partida muy altos y que a pesar de ello no decepcionan en su desarrollo: un ángel de la guarda mata a Papá Noel; un vendedor de antigüedades se convierte en La Muerte… en todas se utilizan elementos sobrenaturales para ridiculizar la realidad. Los personajes de Moore aceptan la fatalidad de lo insólito al modo “saramaguiano”: lo sobrenatural es presentado como un hecho habitual, casi vulgar, de la vida cotidiana, y tras una breve lucha contra este hecho, lo aceptan para poder combatirlo mejor.

Cuando con una buena historia basta

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Cox, Michael; El significado de la noche.

Todos llevamos multitud de historias dentro de nosotros y, con mayor o menos fortuna, las vamos explicando a lo largo de nuestra vida. No hay persona, por anodina o gris nos pueda parecer a simple vista, que no albergue un relato en su interior. Si esa persona logra dar con las palabras adecuadas, y el número de cosas que tiene para contar es lo suficientemente grande, y lo suficientemente interesante, suele convertirse en escritor (de novelas, de cine o de seriales radiofónicos, tanto da). Numerosos son los casos en los que la literatura nos ha ofrecido autores de una sola obra: los casos más paradigmáticos son Edmond de Rostand, al que su “Cyrano de Bergerac” eclipsó durante el resto de su vida y cuyas piezas teatrales posteriores fueron un fracaso, o Juan Rulfo, que después de Pedro Páramo abandonó la escritura con el único argumento de que “ya había dicho todo lo que tenía que decir”. El valor de estas obras no debe, por tanto, valorarse en exento, sino como la suma y final de procesos de años, a los que rara vez, y podemos fijarnos para ello en el “Ulysses”, sobrevive el autor.