Crímenes clásicos, nuevos narradores

. sábado
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Villar, Domingo; “Ojos de agua” y “La playa de los ahogados”. Ed. Siruela

Desde que felizmente la novela negra volvió a ponerse “de moda”, raro es el mes que no aparece en estas páginas reseñado un libro perteneciente a ese género.

Siempre se ha dicho que en tiempos de crisis, los lectores eligen este tipo de historias truculentas, donde la propia sociedad y sus valores se ponen en cuestión, pero el ir y venir en número de lectores y buenas críticas está sujeto, más bien, a las propias oscilaciones de la literatura y los, valga la redundancia, gustos literarios.

Las dos novelas que nos ocupan no sólo confirman la buena salud del género negro, sino también que a los autores consagrados se están sumando nuevos escritores como es el caso de Domingo Villar, que con “Ojos de agua” recibió reconocimiento en España y el extranjero, y con “La playa de los ahogados” no hace sino refrendar a un autor con oficio, conocimiento de los materiales primordiales para elaborar este tipo de relatos y buenas historias para contar en el tintero.
En ambos títulos, el protagonista es Leo Caldas, inspector de policía en Vigo, y su compañero y contrapunto Rafael Estévez, un policía que ha sido cambiado de destino por sus expeditivos métodos interrogatorios. Villar tira de temas clásicos en ambas novelas, y hace lo mismo con sus personajes: Leo Caldas es un investigador taciturno, solitario y marcado por una mujer; Rafael Estévez es un aragonés campechano, brutal y tierno, que no se acostumbra al estilo de vida gallego. Este tándem Quijote-Sancho da algunos de los mejores momentos en forma de conversaciones entre ambos, que sirven al autor para tejer un red en torno a ellos y separarles de los mundos que tienen que investigar –a veces los bajos fondos, a veces la alta sociedad-.

El auge del guión

. lunes
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¿Podemos considerar a Woody Allen “autor literario”, ya que firma los guiones de algunas películas memorables? ¿O esos documentos son meros procesos intermedios de trabajo para la verdadera obra: la película como objeto y proyección? La respuesta no es baladí, y menos en España, donde los guionistas no reciben ni un céntimo por autoría intelectual de los derechos generados por la venta de deuvedés. La lectura del guión de “Con la muerte en los talones” o “El Padrino”, por citar un guión original y otro derivado de una obra literaria, puede disfrutarse tanto como la de una novela policíaca o el libro original, respectivamente. Entonces ¿por qué no etiquetamos a los guionistas como “autores literarios”? Los propios autores de guiones no suelen considerarse a sí mismos de esta manera, aunque hoy día, en cualquier librería que se precie, podemos encontrar en el anaquel dedicado al cine los guiones de la filmografía completa de Pedro Almodóvar, todo lo que escribió Azcona o los capítulos de la serie “Los Soprano”. Algunos autores, como Julio Médem, editan también el material adicional con el que han construido el guión (diarios de los personajes, correspondencia ficticia…) que ha sido escrito no para ser filmado, sino para desarrollar el proceso de escritura, de la misma manera que un autor de novela histórica incluye en sus libros los mapas en los que se ha apoyado, o agradece las lecturas que han inspirado sus personajes.

Entrevista con Enrique Vila-Matas

. martes
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"La escritura puede salvar al hombre hasta en lo imposible"



Enrique Vila Matas (Barcelona, 1948) es uno de los autores contemporáneos más leídos y traducidos; recientemente, ha recibido el premio Médicis por su novela El mal de Montano, convirtiéndose en el primer autor español que lo consigue, y precisamente en París transcurre su última novela, París no se acaba nunca, que nos sirvió de excusa para esta entrevista

Nota: Entrevista realizada en el año 2003
En las dos últimas novelas se observa cierta obsesión con el tema de la creación literaria, ofreciéndonos el anverso y el reverso de la misma; ¿esta nueva novela sobre tus años parisinos continúa la tendencia?
En Bartleby se hablaba de los escritores que dejaban de escribir; en Montano me fui al otro extremo, al de alguien que lo vive todo en literatura y no puede parar de escribir. Si Montano lo ha leído todo, y posee una biblioteca enorme, el personaje de París no se acaba nunca es muy joven y maneja únicamente entre ocho y diez títulos. Es una novela muy autobiográfica y tiene un tono distinto, como un respiro tras las andanzas de Montano, y también es otro giro más en mi producción. La novela surgió en el Puerto de Santa María, de una invitación que recibí para dar una conferencia sobre la ironía; la idea de escribirla surgió casi por casualidad, cuento en ella la historia de la confección en París, a mediados de los años 70, de mi primera novela, La asesina ilustrada.

Borges. Otra biografía

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Edwin Williamson, “Borges. Una vida”. Ed. Seix Barral

“Vida y muerte le han faltado a mi vida. De esa indigencia, mi laborioso amor por estas minucias”Jorge Luis Borges, en el prólogo a “Discusión”

Uno de los problemas que acarrea ser una gran personalidad es la abundancia de biógrafos, amigos, falsos amigos, imitadores y epígonos que surgen tras el fallecimiento. El destino de Borges, él lo sabía y lo alimentó durante sus últimos años, no podía ser otro que éste, y hace poco ha aparecido la primera biografía no escrita en castellano –si excluimos la propia autobiografía de Borges, redactada en inglés y cuyo veto de traducción al castellano por parte del autor fue menospreciado por su viuda- del autor argentino: “Borges. Una vida” de Edwin Williamson no sólo es pionera en esto, sino que además es la primera vez que se abarca su personalidad desde tantas y tan diferentes facetas.
El hispanista Williamson, experto en Cervantes, es, además, historiador, lo que le ha permitido poner cada uno de los acontecimientos vitales de Borges en relación a la política, sociedad e historia de Argentina y, cuando es necesario, del resto del mundo. Esto ayuda al lector a colocar al personaje no ya en el centro de la acción –y decimos acción porque en muchos aspectos este libro está planteado como una novela- sino en los arrabales de la historia contada. En lo que no es original Williamson es en el acercamiento psicológico e incluso psicoanalítico al personaje: se pueden encontrar trabajos y reseñas donde se señalan los posibles, y nunca demostrados, traumas y taras que sufrió Borges durante su vida. Sin duda los tuvo, envuelto en la época y familia que le tocó vivir, pero si los pusiésemos todos juntos, al autor de “El Aleph” o “El informe de Brodie” no le hubiesen dejado poner un pie fuera del psiquiátrico jamás en su vida.

La risa de Borges

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“Borges”, Adolfo Bioy Casares. Editorial Destino

Parecía increíble que se pudiera publicar algo realmente original sobre la figura de Jorge Luis Borges (la obra crítica sobre él abarca una vida), y lo que parece increíble ahora es que se haya podido escribir toda la bibliografía anterior sin tener en cuenta el libro que nos ocupa.
Adolfo Bioy Casares escribió un diario con pensamientos, anotaciones, proyectos… durante más de sesenta años. Este diario ha visto la luz en diversas ediciones parciales, donde llamaba la atención la escasez de referencias a Borges. Bioy tenía pensado reunirlas juntas para dedicar ese volumen a su amigo, y, veinte años después de la muerte de Borges y siete después de la de Bioy, por fin ha visto la luz en mil quinientas páginas que adolecen de un mejor comentario crítico que guíe la lectura, y sobre todo de un índice onomástico que lo convirtiera en una verdadera obra de consulta.

Lectores a través del tiempo

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La biblioteca de noche, Alberto Manguel. Alianza editorial


El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías
Jorge Luis Borges, La biblioteca de Babel


Si la predicción de Yasunari Kawabata de que la literatura sustituirá a la religión llega a cumplirse, habríamos de contar entre nuestros lugares sagrados no ya solamente las monumentales, cargadas de historia, bibliotecas que pueblan el mundo, sino también los "biblioburros", las colecciones particulares y los cercos negros que han dejado las innumerables piras de libros que ha visto la humanidad.

Felices los normales

. lunes
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Miranda July

July, Miranda; “Nadie es más de aquí que tú”. Seix Barral

“Felices los normales, esa gente extraña”
Roberto Fernández Retamar

Vaya con cuidado: la persona que está sentada a su lado en el tranvía mientras lee este libro, o la dependienta que le devolvió el cambio esta mañana, o incluso usted mismo podría ser el protagonista de uno de los relatos de “Nadie es más de aquí que tú” (hubiésemos preferido una traducción más literal, donde el verbo “ser” se sustituyese por “pertenecer”), de la multifacética Miranda July.

Los dos únicos requisitos para aparecer en cualquiera de los cuentos son: ser por un lado una persona perfectamente normal, rayando con lo vulgar, y por otro ser poseedor de un secreto íntimo e incluso vergonzante, que funcione como motor de la propia existencia. Las dieciséis historias de este libro nacen de personajes corrientes en momentos extravagantes, intensos y en muchos de los casos, imposibles: sirva el ejemplo de una chica que imparte clases de natación a ancianos con la única ayuda de un balde con agua. Aún así, Miranda July consigue que, desde esa mediocridad, el hecho insólito no resulte artificial, sino la consecuencia lógica del relato.

Evasión y nostalgia

. jueves
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Doctor en Irlanda

Taylor, Patrick; “Doctor en Irlanda”. Ed. Espasa

Quizá el lector recuerde la serie de televisión “Doctor en Alaska”, maltratada por televisión española hace años, en la que un joven médico neoyorquino era destinado al último confín de los Estados Unidos. La mitad de los conflictos de la serie provenían de la resistencia del protagonista a adaptarse a un medio tan extremadamente salvaje. Puede que las similitudes temáticas entre esa serie y la novela que nos ocupa sean las causantes del cambio en el título (An Irish Country Doctor), lo que ya empieza a ser una peligrosa moda después de los cambios en los títulos de la trilogía “Milennium”.

Como decimos, el tema es muy similar: Barry Laverty, recién salido de la facultad de medicina, decide probar fortuna en Ballybucklebo, una aldea rural del Ulster. La historia empezará a girar a partir de ahí en torno a tres ejes: una historia de amor entre el protagonista y una chica de un pueblo vecino; un segundo eje que comprende los casos médicos a los que tiene que hacer frente, y para los que no le prepararon en la facultad de medicina; y un tercero que aborda la relación de Laverty con su jefe: Fingal O’Reilly, el médico de toda la vida que le enseñará cómo ha de desenvolverse un médico rural.

Shakespeare reinterpretado

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Moore, Christopher; “El bufón”. Ediciones B, 2009


En la literatura anglosajona siempre han destacado sus excelentes autores satíricos, una tradición que se remonta a autores como Swift, Carroll, Bierce, o más recientemente Wodehouse o Sharpe. La cantidad de escritores actuales (y su calidad) que cultivan este humor ácido presagia un buen futuro sátira inglesa y norteamericana: con Sir Terry Pratchett a la cabeza –no sólo por conseguir espectaculares números en ventas, sino por la creación de la descacharrante serie del “Mundodisco”, y lo divertido de su prosa-, los autores sobre los que hay que llamar la atención son Julian Barnes, Douglas Adams, Mil Millington, Nick Hornby, David Lodge y, sobre todo, el que nos ocupa: Christopher Moore.

De sus once novelas, sólo se han traducido al castellano las cuatro últimas y una de las primeras: en todas ellas practica lo que se viene a llamar “ficción absurda” hasta sus últimas consecuencias, presentando hilarantes relatos con puntos de partida muy altos y que a pesar de ello no decepcionan en su desarrollo: un ángel de la guarda mata a Papá Noel; un vendedor de antigüedades se convierte en La Muerte… en todas se utilizan elementos sobrenaturales para ridiculizar la realidad. Los personajes de Moore aceptan la fatalidad de lo insólito al modo “saramaguiano”: lo sobrenatural es presentado como un hecho habitual, casi vulgar, de la vida cotidiana, y tras una breve lucha contra este hecho, lo aceptan para poder combatirlo mejor.

Cuando con una buena historia basta

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Cox, Michael; El significado de la noche.

Todos llevamos multitud de historias dentro de nosotros y, con mayor o menos fortuna, las vamos explicando a lo largo de nuestra vida. No hay persona, por anodina o gris nos pueda parecer a simple vista, que no albergue un relato en su interior. Si esa persona logra dar con las palabras adecuadas, y el número de cosas que tiene para contar es lo suficientemente grande, y lo suficientemente interesante, suele convertirse en escritor (de novelas, de cine o de seriales radiofónicos, tanto da). Numerosos son los casos en los que la literatura nos ha ofrecido autores de una sola obra: los casos más paradigmáticos son Edmond de Rostand, al que su “Cyrano de Bergerac” eclipsó durante el resto de su vida y cuyas piezas teatrales posteriores fueron un fracaso, o Juan Rulfo, que después de Pedro Páramo abandonó la escritura con el único argumento de que “ya había dicho todo lo que tenía que decir”. El valor de estas obras no debe, por tanto, valorarse en exento, sino como la suma y final de procesos de años, a los que rara vez, y podemos fijarnos para ello en el “Ulysses”, sobrevive el autor.