"El riesgo es la sal de la literatura"

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Ignacio del Valle (Oviedo, 1971), autor de media docena de novelas, inició una saga protagonizada por Arturo Andrade, combatiente de la división azul, donde Historia y novela negra se dan la mano. Le entrevistamos poco antes de que Gerardo Herrero comenzase el rodaje de la adaptación cinematográfica de "El tiempo de los emperadores extraños", con Juan Diego Botto en el papel de Arturo Andrade.


Arturo Andrade, el protagonista de sus últimas novelas, está en el bando de los que la historia ha considerado “los malos”: las SS y la División Azul ¿No temió que esto generase antipatía hacia el personaje?

El riesgo es la sal de la literatura. Yo tenía muy claro que para poder estudiar el reverso tenebroso había que pasarse a él. No obstante, Arturo Andrade trasciende ese molde, porque su misma ambigüedad le permite distanciarse de lo que observa, lo que me permite leer la historia, diseccionar los contextos.

¿Cómo puede un personaje con tanta humanidad sobrevivir en el frente de Rusia y en la caída de Berlín sin ceder ante la locura que sí alcanza a muchos de los secundarios?

Precisamente porque Arturo Andrade está obsesionado con aferrarse a todo lo que le permite mantener la cordura: la piedad, el amor, la amistad, la risa… Lucha por seguir siendo un hombre en un mundo en el que lo fácil es convertirse en un cabrón, en un cínico, en un malvado, y a veces incluso lo más conveniente.

A cerca de los secundarios, resulta admirable lo bien dibujados que están, a veces simplemente con un par de rasgos. Todo apunta a que muchos de ellos son fruto de la documentación previa para las novelas: sacados de anécdotas, historias, personajes reales…

Muchas gracias. Siempre me han gustado mucho los secundarios de las películas, sobre todo esos que se comen al protagonista. Les dedico mucha atención porque de alguna manera ellos son los que proporcionan los matices de las historias. Y sí, son un cajón de sastre de un montón de lecturas y experiencias.

En el epílogo de “El tiempo de los emperadores extraños”, usted abrió la puerta a la novela participativa, pidiendo a los lectores que le escribieran para que le ayudaran a completar el personaje de Arturo Andrade, e indicarle sus posibles nuevos destinos ¿Ha salido bien, las aportaciones de los lectores han “manchado” al personaje?

Ha sido fantástico. Recibí correos que me proponían ideas, nuevos personajes y nuevas historias, que me impelían a recuperar viejos conocidos de otras novelas, que me señalaban direcciones a seguir. Incluso un lector me explicó cómo tenía que ser la última aventura de Arturo Andrade. Ya digo, es una retroalimentación que resulta muy adictiva.

Quizá una de las claves de sus novelas es que juegan con la Historia como un personaje más de la trama.

La primera ley de la Historia consiste en que quien la cuenta se atreva a decir la verdad por encima de todo, y la segunda que la diga en su integridad y sin parcialidades. Yo juego con eso, como un personaje más, efectivamente, que no ensalza ni condena, sólo explica.

“El tiempo de los emperadores extraños” y “Los demonios de Berlín” dejan al final un sabor agridulce, ¿es una puerta a la esperanza o un llamamiento al sálvese quien pueda?

Siempre a la esperanza. Yo soy optimista por naturaleza, y siempre hay que luchar. Siempre.

Esa esperanza, entonces, emanaría de que la Historia puede explicarnos el mundo, y utilizarla con temas y estructuras de novela negra la hace atractiva para un lector no especializado.

Pienso que sí. Al cabo, el ritornelo de la historia resulta esencial a la hora de colocar las referencias por las que nos guiaremos en el futuro, y si esos hechos se explican de una clara, tendrán más público, y por lo tanto habrá más capacidad de reacción, ergo más esperanza.

¿A qué cree que se debe el auge que en los últimos años ha tenido la novela negra en todo el mundo?

La novela negra aporta cierto orden, proporciona un equilibrio, todos queremos ver crímenes resueltos, en una época de mentiras necesitamos soluciones, verdades palpables. Es un género que busca la “katarsis”, eliminar angustia vital al atrapar al malo, o al menos proporcionarnos la ocasión de morir en el intento.

He leído que le va a dar un “descanso” a Arturo Andrade, ¿no quiere encasillarse, o han acabado hartos el uno del otro?

Las dos cosas. Por un lado ambos necesitamos un divorcio temporal para que corra el aire, como se suele decir. Es necesario, porque al igual que en toda relación de hecho, la proximidad puede asfixiar. Por otro, para crecer como escritor necesito nuevas estructuras y temas, diferentes personajes sobre los que trabajar. Pero no hay peligro: Arturo Andrade volverá cuando tenga que hacerlo, y más Arturo Andrade que nunca.

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